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Es el azúcar que se encuentra en la leche y otros alimentos.
La enzima lactasa, ubicada en el intestino delgado es la encargada de desintegrarla.
La lactasa se descompone en dos azúcares simples: glucosa y galactosa.
Si hay disminución o pérdida de la enzima lactasa, no podemos descomponer ni absorber la lactosa.
La lactosa que no se absorbe, puede provocar síntomas, lo que se denomina intolerancia a la lactosa.
Este tipo de intolerancia provoca diarrea grave y si no se alimenta al bebé con una fórmula sin lactosa, puede experimentar deshidratación grave y pérdida de peso.
El 18% de los lactantes menores de un año sufren intolerancia a la lactosa. Esto es, casi dos de cada 10 bebés[5].
Los síntomas de intolerancia a la lactosa más comunes son:
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Busca ayuda en tu pediatra, quien te podrá indicar una fórmula no láctea a base de proteína de arroz extensamente hidrolizada, que será perfectamente bien tolerada por el aparato digestivo de tu bebé.
Y, además, posee aminoácidos similares a los de la leche materna.
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